Las mudanzas de hogar en Madrid y en cualquier otro punto siempre representan un esfuerzo importante para la familia y no todos sus miembros están igual de preparados para los cambios que conlleva un traslado de domicilio. Si un adulto lo vive como estresante, ¿qué pasa en el caso de los niños? Ahora lo vemos.
El impacto del cambio, de la mudanza, dependerá entre otras cosas de la edad del niño. Hasta los dos o tres años no son conscientes de la organización que suponen estos cambios y no tienen un apego afectivo al domicilio que se deja atrás. Por eso en estos casos no habrá mayores problemas. En el caso de los niños de entre 3 y 5 años la mudanza a cargo de Gufertrans puede plantearse como un juego, como un cambio que trae muchas cosas positivas. Incluso se pueden usar dinámicas de juego como por ejemplo pintar la nueva habitación y pensar cómo decorarla. En todo caso, los niños necesitan que sus padres les transmitan seguridad y tranquilidad.
A partir de los seis años una mudanza ya supone más cambios en la vida del niño. Este tiene ya asumidas determinadas rutinas en casa, vínculos con los compañeros de colegio y conoce el barrio y la zona. A partir de los diez o doce años ya suelen opinar sobre el cambio. Por eso es importante generar un clima de diálogo donde se expliquen los motivos del cambio, un entorno que sea realista con la situación. A veces los niños sienten frustración y esto puede derivar en conductas negativas como por ejemplo aislamiento temporal o malas contestaciones para demostrar que se oponen a la decisión de mudarse.
¿Qué hacer?
Es importante escuchar sus quejas y sus dudas. Aunque la mudanza sea inevitable, han de sentirse escuchados, poder desahogarse para ser capaces de adaptarse mentalmente al nuevo domicilio. Antes del cambio definitivo es positivo que tengan contacto con la nueva casa. Por ejemplo, viendo fotos, haciendo alguna visita o escogiendo algún mueble para su habitación. Por último, el mejor momento para cambiar de casa son las vacaciones escolares de verano.